Origen de las toallas
Te sorprenderá saber que las toallas eran utilizadas ya desde hace siglos por grandes imperios. Se conoce, gracias a unos restos arqueológicos, que en el siglo II, las mujeres disponían de un gran surtido de toallas en su tocador , con un diseño muy parecido al actual y confeccionadas con algodón teñido.
Dicha pieza se utilizaba tanto para tumbarse como para secarse tras el baño, como se puede observar en ciertos frescos pompeyanos hallados entre las ruinas de Pompeya, que se tragó el volcán Vesubio.
El material utilizado originalmente era el lino y algodón.
Otro de los grandes imperios de la antigüedad, además de los romanos, que utilizaban y sentían un gran aprecio por dichas piezas eran los egipcios. No obstante, en este caso las toallas eran propiedad exclusiva del faraón. Es destacable el hecho de que las toallas utilizadas por faraón se elaboraban con el mejor lino y se teñían de rojo intenso o de azul añil.
¿De dónde viene la palabra toalla?
La palabra toalla proviene de vocablo bárbaro. En estas culturas las toallas no eran más que pedazos de lienzo llamados “tualia”, que servían para secarse las manos.
En la Edad Media sus usos se ampliaron y se convirtió en una pieza muy versátil. Se podía utilizar como mantel para cubrir la mesa o como servilleta.
La toalla, un complemento esencial
Con el paso del tiempo, las toallas se convirtieron en un elemento básico del hogar y los entornos laborales, al mismo tiempo que ganaban prestigio entre las clases más pudientes, convirtiéndose en uno de los regalos más populares en el siglo XVI.
Durante el siglo XVI no podían faltar en el ajuar de una doncella en edad de casarse. También es interesante destacar que, además de las toallas de terciopelo propias de la nobleza, también existían las de lino, que eran accesibles para todo el mundo.
El auge de las toallas
Cabe destacar que a partir del siglo XV la toalla fue una prenda muy demandada y cada vez más usada. Las toallas del siglo XVI, las de lujo, eran de terciopelo, aunque las había también de lino.
El triunfo de este complemento llegó a finales del siglo XIX coincidiendo con el auge por la preocupación por la limpieza y la higiene de la sociedad. Tras dicho auge por la preocupación por la higiene empezaron a aparecer toallas policromadas, de felpa, con distintos tamaños y colores, siendo usadas por numerosos hoteles norteamericanos. A partir de este momento, se convirtió en uno de los elementos imprescindible en los hogares occidentales.
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